viernes, 11 de diciembre de 2015

La apuesta del pueblo

Durante los primeros tiempos del gobierno de Néstor Kirchner, hubo un intento, por parte de la Corte de Justicia (adicta al menemismo) de obstruir su gobierno; con gran tino, el entonces presidente, se sentó frente a las cámaras de televisión, y comunicó al pueblo lo que estaba pasando. El pueblo le dio el apoyo que necesitaba y el hombre pudo ejercer su gobierno dignamente. No voy a explicar aquí como, con el correr de los años, los seguidores del mismo Néstor Kirchner intentaron coaccionar al máximo organismo judicial, borrando con el codo lo que habían escrito con la mano unos años antes. En aquel 2003 todo era esperanza, veníamos de la noche del 2001 en que el sistema financiero había colapsado y, si bien el gobierno de Duhalde había logrado morigerar la crisis, el fuego no terminaba de apagarse; y las organizaciones piqueteras surgidas durante las protestas, cacerolazos y piquetes, condicionaban todas las medidas que tomaba un gobierno que, por otro lado, no había sido elegido popularmente sino que había surgido de un acuerdo parlamentario y tenía los días contados. En ese contexto y, habiendo abandonado don Carlos Saúl la posibilidad de competir en la segunda vuelta electoral, llegaba don Néstor a la primera magistratura. Durante su mandato se dedico a legitimar su gobierno que había tenido muy pocos votos en las elecciones. Esto hizo que busque acuerdos y consensos en la sociedad, cuando logro mayor base de sustentación sacó las uñas, pero esto fue mucho más evidente una vez terminado su mandato y se convirtió en algo casi enfermizo entre sus adeptos después de su muerte.



"Escoba nueva barre bien" decían las abuelas y tenían razón y en eso nuestra gente es sabia, sabe que quien llega al poder, lo hace con "buena onda" y trata de hacer las cosas bien y por eso, cuando el Sr. Presidente habla de "barrer" con la corrupción le cree, por eso cuando habla de "acuerdos" le creen, cuando habla de "respeto" le creen, por supuesto, si no hace lo que dice, más tarde o más temprano, ese puñado de renegados que hoy son minoría comenzará a nutrirse más y más y con el tiempo llegarán a ser mayoría.

Hizo bien Macri hablándole a todo el pueblo porque la confianza se la depositan muchos que incluso no lo votaron y hasta le hicieron campaña en contra; los bienintencionados apostarán con él por un tiempo, esperando que su gloria sea la gloria de todos, algunos esperan libertades económicas y otros soñamos con el cambio político, el respeto republicano. Hoy nos juntamos en el reclamo de cambiar, hoy coincidimos en el disconformismo y la necesidad de nuevos aires. La fórmula hoy es esta especie de neo-frondizismo o neo mitrismo que propone un porteño que administró aceptablemente la Ciudad de Buenos Aires y llevó a Boca a la Primera Plana Mundial. Solo espero y deseo que esta tendencia absurda a caer en el fascismo maniqueo que tenemos los argentinos se haya ido para siempre y logremos buscar soluciones de consenso cada vez que la historia así lo imponga, concuerdo con el presidente en que si logramos ponernos de acuerdo podemos lograr grandes cosas.

No es cierto que el pueblo no se equivoca, es un principio bíblico consagrado en el evangelio que cuenta como el pueblo mandó a a crucificar a el hijo de dios, o cuando lapidaban (muchos aún lo hacen) a las adúlteras, etc., como pueblo nos equivocamos todos los días y es imposible que no lo hagamos. Así que, si hicimos mal eligiendo a quien nos gobierna, la democracia nos da la oportunidad, en unos años, de hacer otra cosa, elegir otro proyecto u otra persona, hoy el pueblo apuesta al ingeniero.

miércoles, 9 de diciembre de 2015

La Responsabilidad del Dirigente

Cumplí 18 años en septiembre de 1983, esto significa que comenzaba mi vida cívica con el arribo de la democracia en el país, tuve la oportunidad de vivir el liderazgo de Raúl Alfonsín en primera persona, no me lo contó nadie. No participé en política activamente hasta 1987, esa semana santa en la cual los mandos militares quisieron recordarle al presidente que, si bien habían entregado parte del poder en diciembre de 1983, todavía conservaban parte del mismo y eran capaces de ejercerlo para amotinarse contra el poder civil. Este hecho me movió a acercarme al Partido Radical y una vez que me comprometí no pude dejar nunca esta pasión.

Tal como muchos de mi generación, me acerqué al radicalismo porque era el partido de Raúl Alfonsín pero luego aprendí lo que era el partido, su historia y sus principios y me comprometí con la "causa" de la libertad, la "causa" de la democracia y la "causa" de los derechos humanos y me quedé a pelear por eso; me quedé cuando llegaron los 90 y ser radical implicaba poco más que ser un loco con certificado de buena salud mental.
Estos tiempos turbulentos me hicieron recordar algunas de mis vivencias en el radicalismo, cuando vi a muchos militantes comprometidos casi enajenados defender en forma practicamente irracional a su líder recordé que nosotros también habíamos endiosado a nuestro líder y aunque hoy la sociedad nos hable de lo maravilloso que fue don Raúl yo recuerdo cuando no dejaban de insultarlo y denostarlo. Tuvo que pasar algún tiempo, tuvieron que ver que no se quedó con ningún vuelto, para creerle que no era corrupto. El símbolo de la corrupción de la época eran los "pollos de Mazzorín", escándalo que con el tiempo quedó demostrado que solo fue una mala decisión de gobierno pero no un acto de corrupción. En el momento valía todo y los seres más corruptos de la tierra eran el canciller Caputo, el Chacho Jaroslavsky y, por supuesto, el "Coti" Nosiglia.
Desde la militancia los defendíamos a todos; discutíamos todo acto de gobierno pero lo bancábamos a morir y nos dolió, si nos dolió cuando el país se incendió en 1989; nos dolió la hiperinflación, nos dolió cuando comenzaron los saqueos y desmanes alentados desde la oposición que había ganado las elecciones, nos dolió cuando nuestro líder tuvo que agachar la cabeza porque el presidente electo dijo que esperaba un "gesto" de él y nos dolió aún más que después salga a decir que le tiraron de prepo el gobierno seis meses antes. Nos dolió ese 9 de Julio de 1989 celebrar nuestra Independencia con la cabeza gacha.
En este escenario, muchos de nosotros teníamos "puntada la cara" y hubiéramos hecho casi cualquier cosa, en este escenario nuestro líder, quien podía encender un fósforo e incendiar todo, nos enfrió, nuestro líder nos llamó a la calma y a respetar el mandato popular, la Unión Cívica Radical facilitó la aprobación de todas las leyes que mandó el Presidente hasta que asumieran los legisladores electos con él.
Repito lo dicho, la historia luego reivindicó a Raúl Alfonsín pero en ese tiempo el único que bajó los decibeles de la disputa, el único que puso paños fríos por el bien del país fue el "gallego".
El tenía el destino de mucha gente en sus manos y lo sabía; actuó responsablemente y no mandó a "quemar las naves", el país era más importante que cualquier pelea política, era un patriota, era un estadista, le puso la banda a su sucesor electo por el voto popular.
Hoy, cuando quien se va del poder hace lo posible para minar el mandato de quien viene más se nota la grandeza de quien, hace poco más de 25 años nos dio lecciones de democracia, nos dio lecciones de república que aún debemos aprender.