jueves, 21 de junio de 2007

Ay, caramba Cristina

Una de las mayores crí­ticas que recibió Perón durante sus gobiernos fue, sin lugar a dudas, la falta de respecto a las instituciones y las normas.
En este contexto, nunca se detuvieron ante obstáculos legales o constitucionales para hacer algo que consideraban legí­timo; es decir, consideraron tener intereses más fuertes que la ley y se consideraron los elegidos para determinar cuales intereses podí­an o debí­an ser más importantes que el marco jurí­dico que afectaba al común de los mortales.
Así­ planteada la cosa, se puede decir que el peronismo hizo muy buenas cosas para el paí­s pero también se puede decir que contribuyó grandemente al fracaso de esas mismas grandes cosas al no darles un sustento que las legitime desde la norma, desde el respeto al orden jurí­dico establecido.
Del mismo modo se podrí­a decir que el actual gobierno nacional ha avanzado indudablemente hacia la consecusión de algo que nos es cara a todos los argentinos: la Justicia, por eso resulta inentendible que, inmersos en esta cruzada por la legalidad incurran en faltas absurdas.
El vocero presidencial cometió el absurdo de abusar de su poder y registrar el dominio "cristina.gov.ar", no contento con esto procedió a algo más dificil todaví­a que es registrar "cristina.ar".
Para quienes no tengan muy claro de que se trata esto, el registro de un dominio con el sufijo "ar" se hace ante la cancillerí­a argentina y la reglamentación es muy clara: para registrar un ".org.ar" hay que tener una entidad sin fines de lucro, para un ".mil.ar" hay que ser parte de las fuerzas armadas del paí­s, para un ".net.ar" hay que estar registrado en la CNC como responsable de una red de comunicaciones, lo único que puede registrar una persona para hacer sus campañas comerciales, poí­ticas, etc. o simplemente para acresentar su ego es un ".com.ar", para el resto se piden condiciones especiales.
No se si Cristina tiene alguna responsabilidad en el registro del dominio, de todos modos quien si la tiene es el vocero presidencial, uno de los funcionarios más cercanos al presidente, por lo que la responsabilidad de los Kirchner (pingí¼ino o pingí¼ina dirí­a don Nestor) está probada.
Como decí­a al principio, este gobierno puede estar haciendo cosas maravillosas pero, si no respetan ni siquiera una normativa bastante sencilla como la de cancillerí­a con respecto a los dominios, están cimentando, alentando y justificando a que quienes los sucedan (¿o creerán que son eternos?) deshagan todo lo actuado, bueno o malo, ya no se trata de avanzar contra un juez que justifica la represión, ya se trata de sentirse tan impune que se hace carne el slogan: "me cago en la ley".
Nuestro paí­s seguirá siendo caro para vivir, inseguro, evasor de impuestos, etc. si desde las más altas esferas gubernamentales no se comienza a respetar la ley y se impone a todos los ciudadanos lo mismo.
En fin, otro ladrillo más en la pared, otro proyecto que prometí­a pero naufragó en las aguas envolventes del exceso de poder, del absolutismo que convierte en tirano al más pintado, a quien llega con la mejor de las intenciones.
Algún dí­a descubriremos que debemos respetar y respetarnos para avanzar, para vivir mejor, ganar más, etc.
Fuentes:
ForumDominios - La Nación

martes, 19 de junio de 2007

Dolina - Tactica y estrategia de la escondida

TACTICA Y ESTRATEGIA DE LAS ESCONDIDAS
No se sabe muy bien cuáles eran los verdaderos fines de la Sociedad Amigos de la Escondida, En cambio está bien claro que tales fines no se cumplieron.
Sin embargo, hace ya algunos años, la entidad solventó la edición de un pequeño folleto titulado Reglamentos, táctica y estrategia del juego de la escondida. En su momento, el trabajo despertó agudas controversias.
Hoy que los ánimos están amansados hemos querido exponer el asunto ante nuestros lectores, quienes seguramente ignoran la mayor parte de los detalles de este juego en ví­as de extinción.

CAPITULO I- del número de los jugadores

Puede jugar a la escondida un número cualquiera de jugadores. El mí­nimo es uno. Cabe señalar que en este caso el juego es especialmente aburrido: el único jugador se busca a sí­ mismo o -lo que es aún más tedioso- busca a otros inexistentes jugadores hasta que se desalienta y abandona.
Con dos participantes se gana un poco en acción y puede decirse que el clima ideal se logra cuando intervienen más de seis y menos de veinte personas.
Asimismo cabe advertir que resulta sumamente engorroso desarrollar el juego con mas de ochenta jugadores. Los buscadores equivocan los nombres de quienes se ocultan y con toda frecuencia se ven obligados a llevar un registro escrito en el que constan las personas que ya han sido descubiertos y las que aún permanecen en lugares desconocidos. Por otra parte, es fácil razonar que cuanto mayor es el número de jugadores, más trabajoso será hallar escondites vacantes, con el consiguiente deslucimiento del juego.

CAPITULO II- el lugar donde se juega

La escondida puede practicarse tanto en lugares abiertos como en recintos cerrados. Siempre es preferible elegir horarios nocturnos, pues las tinieblas suelen mejorar la calidad de los escondrijos.
Así­, cuando se juega en casas o departamentos, convendrá activar las luces, Aquí­ se hace indispensable tiene aclaración fundamental: es necesario que antes de comenzar el juego se fijen expresamente 1os limites geográficos de su extensión. Fuera de ellos estará prohibido esconderse.
Algunos heresiarcas pasan por alto esta acotación y nos hallamos entonces ante un juego cuyo marco es el mundo entero. Es así­ como muchos jugadores se esconden en barrios alejados y aun en otras provincias, retrasando el desenlace de la competencia hasta él punto de arruinarla por completo.
Nota: el folleto no menciona la interesante opinión de Manuel Mandeb, quien creyó entender que la escondida era un juego sin limites. Para el pensador árabe la escondida perfecta debí­a ser jugada por toda la estirpe humana,su escenario era el universo y su duración, la eternidad. Así­, el propósito final de la Historia puede consistir en el nacimiento de un futuro elegido,que se encargar de librar para todos los compañeros en un acto que marcará el fin de los tiempos.

CAPITULO III- finalización del juego

La escondida no tiene ganadores ni perdedores. Por eso la finalización del juego debe fijarse en forma arbitraria, pero manifiesta. Muchas veces los jugadores abandonan la competencia sin avisar a nadie y muchos participantes tenaces permanecen ocultos durante horas sin que nadie se moleste en buscarlos.
Los miembros de esta Sociedad conocen perfectamente algunos casos célebres de obstinación. Vale la pena mencionar la gesta del joven Luis C. Cattaldi, que permaneció catorce meses en el quicio de una puerta de la calle Motón, cogoteando sigilosamente en dirección a la Piedra. Los habitantes de la casa solí­an llevárselo por delante cuando salí­an y -a veces- le acercaban algún alimento, finalmente Cattaldi regresó a su domicilio, gracias a los consejos de una comisión de ésta misma Sociedad.

CAPITULO IV- desarrollo del juego

La idea fundamental de la escondida es que todos los jugadores se oculten, con la excepción de uno, que ser el encargado de buscar al resto.
Para dar tiempo a la elección de escondite y a la correcta instalación de cada uno en el suyo, el buscador escondiera el rostro contra la pared, como si llorara, y permanecerá en esta posición durante algunos segundos, La medición de este lapso, la efectuará el propio buscador citando la serie de números naturales en voz alta, hasta llegar a una cifra convenida con antelación (por ejemplo, 50). Acto seguido, a modo de advertencia, deber declamar algún pareado revelador. El usual es "Punto y coma el que no se escondió se embroma". El lugar donde el buscador realiza este ritual se conoce con el nombre de "Piedra". Inmediatamente comienza la parte más divertida. El buscador recorre el campo de juego y revisa los lugares en donde sospecha que hay alguien. Cuando descubre a algún jugador oculto sale corriendo en dirección a la Piedra, la toca y grita "Piedra libre para Fulano" Siempre deberá referirse a la persona descubierta de un modo tal que su identidad quede fuera de toda duda. Este punto es muy importante, como ya veremos en otro capitulo.
A su turno, el jugador descubierto puede abandonar su refugio y correr hacia la Piedra tratando de tocarla antes que el buscador. Si lo consigue, será el quien grite "Piedra libre" y a los efectos del juego se reputará que no ha sido hallado.
Por otra parte, todos los jugadores pueden abandonar repentinamente su escondite y llegarse hasta la Piedra, aun cuando no hayan sido descubiertos. Pero si el buscador los sorprende en su excursión y se les adelanta en la carrera hacia la Piedra, se les considerará encontrados.
El primero de los jugadores que pierda la carrera hacia la Piedra recibirá como castigo- la obligación de contar en el lance siguiente. Sin embargo, hay un recurso extremo: el último de los jugadores que permanezca escondido puede aventajar al buscador y gritar "Piedra libre para todos mis compañeros".
Cuando esto ocurre, el buscador deberá contar nuevamente.
Desde luego, ya puede colegirse que el participante capaz de culminar exitosamente esta jugada recibirá la admiración y el respeto de todos.

CAPITULO V- Distintas tácticas

Existen buscadores conservadores y buscadores audaces.
Los primeros no se alejan jamás de la Piedra. Tratan, por lo general, de esperar que alguien cometa un error o trate de cambiar de escondite. Esta raza conspira contra la calidad del juego.
En cambio el buscador audaz abandona las inmediaciones de la Piedra y marcha hacia los confines del campo. Se trepa a los árboles, ingresa a los armarios y rastrea minuciosamente los yuyales. Claro, siempre corre el riesgo de ser sorprendido por los jugadores que se han ocultado en la zona opuesta, Pero el juego se torna vivaz y lleno de matices. Abundan las carreras, los rodeos y las sorpresas.
Existen también los buscadores zorros, que amagan dirigirse a la derecha para tentar a quienes se esconden por la izquierda. En cierto momento, salen disparados hacia el otro sector y así­ es como sorprenden a muchos jugadores novatos que abandonan prematuramente su refugio.
Entre los que se esconden, también hay distintas escuelas. Algunos prefieren los escondites sencillos pero de fácil salida, como los umbrales de las puertas. Otros los eligen complicados y de salida engorrosa: la copa de los árboles, el fondo del canasto de la ropa, etc, Hay también quienes van rotando su escondite y cambian de posición mientras observan los movimientos del buscador.
Los mejores son los exquisitos, que inventan guaridas que sólo ellos conocen y no las revelan jamás. Esta clase de jugadores es la más temida por los que cuentan, pues muy a menudo libran para todos los compañeros.
Sin embargo, el escondite no debe ser nunca impenetrable. A decir verdad, el escondite perfecto termina con el juego.
En 1959, en una escondida que se realizó en Villa del Parque, el abogado Gerardo Joseph se escondió de un modo tan eficaz, que nunca más fue visto en ninguna parte. Todaví­a hoy muchos de sus amigos recorren la barriada gritándole que salga.
Un exitoso cuento de Edgar Allan Poe insinúa que el mejor escondite es aquél que está a la vista de todos. En esa narración, todo el mundo busca infructuosamente una carta que en realidad habí­a permanecido siempre a la vista.
Esta teorí­a podrí­a ser buena para los cuentos policiales, pero no sirve en la escondida. Infinidad de jugadores han pretendido pasarse de vivos parándose a un metro de la Piedra con cara de disimulo. El resultado siempre es el mismo: el buscador mira extrañado y luego, casi con estupor, murmura: "Piedra libre para el Pololo, que está ahí­ parado".

CAPíTULO VI- infracciones, errores y malentendidos

Puede ocurrir que el buscador descubra a un jugador oculto, pero equivoque su identidad. Esto es muy frecuente en los juegos nocturnos, ­Cuántas veces se grita "Piedra libre para la Amanda": después de haber visto a Julián!
El reglamento le permite a Julián denunciar el error al grito de ­ ¡Sangre!
Esta expresión debe traducirse como ­Reclamo! o, mejor aún, ­¡Objeción!
Si la gestión prospera y se comprueba la equivocación, el buscador deberá contar nuevamente.
El mismo recurso podrá interponerse cuando se sospeche que el buscador espí­a o cuando se produce algún hecho exterior que dificulta la normal prosecución del juego. (Por ejemplo, una grave lesión de uno de los jugadores o la súbita llegada de un tí­o al que hay que saludar.

CAPITULO VII- escondites individuales y colectivos

Muchos deportistas prefieren esconderse solos. Otros, en cambio, se complacen en compartir su refugio, particularmente con personas del sexo opuesto.
Esta última variante es muy bien vista en los cí­rculos elegantes y constituye una excelente oportunidad para acrisolar amistades y hasta para sellar romances.
Lo más apropiado es elegir un escondite alejado de la Piedra. El lugar debe ser pequeño para lograr una proximidad alentadora, oscuro para invitar a la confidencia y hermético para evitar ser sorprendidos.

Manuel Mandeb refiere una experiencia personal en su libro "Mis amores frustrados". Veamos:
"En tres años de jugar juntos a la escondida jamás habí­a tenido la ocación de compartir un lugar con Beatriz Velarde. Siempre habí­a alguien que se me adelantaba. Al parecer, Beatriz tení­a comprometidos sus escondites por varios años.
Una noche de primavera, en el callejón de la Estación Flores, mientras contaba el ruso Salzman, vi que Beatriz entraba solita a la casa amarilla abandonada que hay en una esquina. Piqué tras ella y alcanzamos a acomodarnos debajo de un fogón en ruinas.
Estaba muy oscuro y alcancé a notar su aliento de chiclets Adams . Los arrabales de su pelo saludaban mi boca .
-Te quiero -le dije suavemente.
-Decí­melo mejor contestó Beatriz Velarde.
Empecé a pensar algo ingenioso, cuando entró el ruso Salzman y brutalmente señaló el final de mi romance.
-Piedra libre para el Turco y Beatriz
-Sangre, sangre grité yo y era cierto, aunque no me lo creyeron.
Nunca más volví­ a estar a solas con Beatriz y aquella fue la última vez que jugué a la escondida".

El folleto de la Sociedad Amigos de la Escondida tiene algunos otros capí­tulos de menor interés: las ropas más convenientes, uso y abuso de los ligustros, aprovechamiento de carros en marcha, ocultamiento en medio de un familión en transito, etc.
En estos dí­as en que la Sociedad ya se ha disuelto y los chicos prefieren otros entretenimientos más cientí­ficos, no está de más recomendar calurosamente la práctica de la escondida. Este humilde cronista hace mucho tiempo que no encuentra ocasión de mostrar su destreza en tan apasionante disciplina.
Si algún lector piadoso desea invitarme a jugar, acepto complacido.
Aunque me parece que ya es demasiado tarde.

(Alejandro Dolina - "Crónicas del íngel Gris")

lunes, 11 de junio de 2007

Subcomandante Erótico

Acabo de leer en Página 12 que el Subcomandante Marcos, quien lideró en los '90 el levantamiento armado de Chiapas (México), aparte de ser el lí­der del Ejército Zapatista es un gran escritor. Bueno, para muchos esto no es novedad; ya que seguramente habrán leí­do muchos de los escritos polí­ticos del Subcomandante.
La novedad del caso es que ahora se dedicó a la literatura erótica, muy lejos de Emiliano Zapata y al mejor estilo de D.H. Lawrence (recordado por su obra: "El amante de Lady Chatterly"), Anaí¯s Nin o Henry Miller (Trópico de Cáncer).
Lo cierto es que es, al menos, curioso que un hombre de sus caracterí­sticas haga un escrito del estilo mencionado y lo publique. Será cuestión de leerlo para ver la calidad de su arte.

jueves, 7 de junio de 2007

Ciao Roma, siamo tutti felici

Hola Roma, estamos todos felices (creo que se escribe así­ en Italiano), creo que ahora entiendo porque la capital italiana es un centro turí­stico tan importante, lo que pasa es que la gente se siente más feliz allí­ que en otros lugares del mundo. El motivo no es otro que la presencia de drogas en el aire, ese era el truco de los Romanos para que el resto del mundo pague fortunas por visitarlos.
En algún momento pensé que este éxito turí­stico se debí­a a la fascinación de la gente por la historia, por la arquitectura o simplemente por la idiosincracia romana, también creí­ que era algo religioso ya que el Vaticano, residencia del Papa, está enclavado en medio de la ciudad.
Nunca imaginé que el aire romano pudiera generar estados de euforia o adicción.
Si no me creen lean el diario en lí­nea infobae.