miércoles, 9 de febrero de 2005

El cuento del pastor mentiroso

Caminaba hacia mi trabajo, como todas las mañanas, cuando escuche la alarma de un auto que sonaba persistentemente, parecí­a provenir de una estación de servicio donde, seguramente, habí­a pernoctado el vehí­culo. El sonido molesto e insistente no alteró en nada a quiene en ese momento pasaban por la zona o quienes desarrollaban sus actividades lo que me llevó a pensar en el sentido de estas alarmas. parecerí­a que son tan sensibles que se activan a la menor insinuación, lo que hace que la gente se habitúe a ellas y las ignore por completo. Estoy seguro que quienes transitan por ciudades más o menos importantes tendrán sus oí­dos habituados a este sonido.

Tengo la impresión de que han perdido su sentido, tengo la impresión de que cuando, un ladrón hace saltar una alarma, tiene todo el tiempo del mundo para desactivarla ya que nadie notará que hay un ruido extraño ni se fijará de donde proviene si lo nota.

No hay comentarios:

Publicar un comentario