jueves, 1 de marzo de 2007

Una ventana al futuro

Todaví­a recuerdo (como podrí­a olvidarlo) cuando a principios de los noventa quien cuestionara alguna de las privatizaciones que se estaban haciendo era considerado algo así­ como un anticristo. Durante todo ese tiempo milité en la oposición al gobierno nacional y no podí­a entender como podí­a ser que la gente, mi gente, se dejara engañar de una manera tan burda por empleados de quienes se estaban llenando los bolsillos a sus costillas.
Eran tiempos en que, el común de la gente, creí­a que la empresa privada era la panacea, que las empresas privadas perseguí­an el interés público al perseguir su propio interés.
No soy de aquellos que buscan justificar su pobreza en la riqueza ajena, no creo que la empresa privada, los capitales privados que se hicieron cargo de las empresas privatizadas, sean culpables de algo más que aprovechar las ventajas que se le ofrecí­an en ese momento. Pienso, si, que el estado, nuestros dirigentes, tienen por obligación velar por el interés de la nación y es imperdonable que hayan favorecido intereses diferentes a ella engañando a sus propios compatriotas.
Con el tiempo algunas privatizadas vuelven al estado por mala administración privada, con el tiempo, las AFJP deben dejar libres a sus afiliados para que puedan optar entre ellas y el régimen de reparto estatal, con el tiempo debemos darnos cuenta que no se trata de público o privado, no se trata de peronistas o radicales, no se trata de derechas o de izquierdas; se trata simplemente de hacer bien o mal las cosas, se trata de actuar honestamente o no, se trata de poderle contar a mi hijo lo que hago cotidianamente sin tener que agachar la cabeza, se trata de dignidad.
En Pagina 12 puedo leer sobre la reforma previsional y sobre las opciones a las que se enfrentaran los trabajadores activos de Argentina en los próximos meses cuando se comienza a aplicar, una vez reglamentada, la misma.
Todos somos ví­ctimas de nuestros malos gobiernos, todos somos responsables de los mismos malos gobiernos, solo deberí­amos prestar algo más de atención a nuestra realidad, desconfiar de las soluciones fáciles y comprender, de una vez por todas, que solo es posible el progreso con esfuerzo y sacrificio; cualquier fórmula diferente nos llevará irremediablemente a desilusiones mayores. La "plata dulce" solo significa hambre para mucha gente en el corto plazo.

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