Parece, definitivamente, que el hombre es incapaz de aprender de sus propios errores y casi 100 años después, con actores diferentes, se desarrolla la misma tragedia para horror de la asombrada mirada del resto del mundo. Ya no se trata de un asesinato en particular, es la persecución a una organización guerrillera (las FARC), no es el Imperio Austro-Húngaro quien invade Serbia si no la República Colombiana invadiendo Ecuador, no se trata del Archiduque Francisco Fernando si no del Campesino Raúl Reyes pero el fin buscado parece ser el mismo. Hay demasiada gente interesada en una guerra y las provocaciones están a la orden del día y, no nos engañemos, el gran imperio del norte es actor principal en esta representación.En la primera década del siglo XXI sería interesante desenmascarar a quienes buscan solo la guerra, quizás como una buena forma de hacer negocios; un negocio que al pueblo que la sufre le cuesta vidas, tanto de quienes mueren como de quienes quedan vivos con la carga de haber perdido seres queridos y pertenencias y el horror de haber visto atrocidades inimaginables.
Roguemos que alguien entre en razón y evite esta carnicería entre nuestros hermanos ecuatorianos, colombianos y venezolanos.
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